Las niñas empezaron su trabajo leyendo una fábula, luego motivadas escribieron cada una su fábula despertando su creatividad e imaginación. Después compartieron en grupo sus escritos para finalmente elegir uno de ellos y poder representarlo en una dramatización.
Dicha dramatización fue organizada por las niñas en grupo, tomando pequeñas decisiones como elegir al narrador, elegir quién representará a los personajes y que materiales se podría utilizar.
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